El papel se elabora en un entorno húmedo, a partir de una suspensión fibrosa que se deposita sobre un lienzo. El agua discurre por él y la capa fibrosa se va consolidando para luego prensarse y obtener una textura particular. Por último se seca. El proceso más habitual se denomina de 'mesa plana' y corresponde a máquinas rápidas, con una orientación marcada de las fibras en el sentido de la fabricación o en el sentido de 'movimiento' de la hoja de papel.
El proceso conocido como de 'forma redonda' es más antiguo, se asemeja al hecho a mano, y corresponde a unas máquinas más específicamente destinadas a las Bellas Artes. De este modo se pueden realizar papeles con una formación o un trasluz más homogéneo, una textura más marcada, y una distribución de las fibras más anisotrópica (las fibras están menos orientadas que en el caso de una mesa plana, y distribuidas en todas direcciones). Esto da lugar generalmente a unas hojas más estables a la humedad, lo cual refuerza aún más una composición a base de fibras de algodón.
El proceso papelero es una producción continua que genera bobinas que se transformarán en rollos o en formatos adaptados al uso final.
El papel puede cortarse en el sentido en que se desenrolla la bobina. Se dice entonces que las fibras son paralelas al borde largo de la hoja, se trata del sentido de movimiento o sentido longitudinal ('long grain' en inglés). En el otro sentido, se dirá que el papel está cortado transversalmente ('short grain' en inglés).
En caso de que el papel deba plegarse, procure que la línea de plegado se realice en el sentido longitudinal de la hoja, pues de lo contrario, el plegado tenderá a dañar las fibras, pudiendo llegar a romperlas y a hacerlas visibles en el pliegue.